martes, mayo 03, 2005

ELLOS Y ELLAS LO DICEN: Percepciones ciudadanas de la administración de justicia en Lambayeque

__________________Escribe Rocío Yaneth Arteaga Muñoz
Continua espera
“He estado cerca de cinco años en litigio. Sí, cinco años en litigio y hasta ahorita estoy aquí…”
“ Me han dicho que prácticamente lo han archivado sin dar un veredicto si me entregan mi casa... Si él se queda o yo me quedo”.
Una verdadera odisea la que ha vivido Isabel (54) desde aquel lejano 1999 en el que decidió iniciar un juicio para recuperar su casa. Juicio que como le dijeron no debía demorar más de un año. Sin embargo, demoró más de lo pensado y, de haberlo sabido –quizás- nunca lo hubiera iniciado. Pero lo hizo… y los más de cinco años que lleva en litigio le han enseñado de la manera más dura y cruel que al parecer, no hay justicia y que no debe buscarla.
Ella sabe que tiene la verdad. Pero sabe también que eso no es suficiente. Como en algún momento le dijeron: “si tu no tienes vara... tu juicio lo vas a perder”. Ahora, cinco años después esta convencida de que así es.
Cinco años subiendo y bajando por las viejas escaleras de la Corte de Justicia de Lambayeque, han hecho que conozca hasta el número exacto de escalinatas y, claro conozca aún más de cerca como se manejan los asuntos legales en la Corte. Y con mirada y tono de voz por demás desconfiada y sin esperanza nos dice: “qué vamos hacer… seguiré esperando…”
En todo este largo tiempo de litigio Isabel ha visto y ha escuchado de comprar a jueces y fiscales y, arreglar como dicen “al toque” el proceso. Pero no lo ha hecho. Y no porque no quiera o porque sus principios morales se lo impidan, sino porque, como ella misma lo lamenta con lágrimas en los ojos: “desgraciadamente no tengo plata ni para regalar...soy madre soltera. Tengo mi hijo último que lo estoy educando, ¿de dónde voy a sacar?”
Al igual que muchas personas que manifiesta haber sido parte de un proceso judicial, Isabel sintió también la necesidad de hacer justicia por sus propias manos ante la impotencia y la búsqueda frustrada y desesperada que constantemente hacía de ella. Tal y como nos confiesa casi al oído: “Yo pensé también pagar a delincuentes y meterme para desalojar a esa gente. Pero no pues… porque soy un poco tímida en esa situación, pueden haber muertes y agredir y yo no quiero ser agredida”.
Ahora, desengañada totalmente, dice que nunca más abriría un proceso, nunca más lo repite y nos lo vuelve a repetir como si quisiera dejarlo fijo en su memoria : “No, no hago juicio nunca más ya, porque sé que voy a perder plata y tiempo y no me van hacer caso. No quiero abrir juicio, ya si me quitan… ya ni por nada, ni por pleitos porque da miedo; como uno se desespera, sube y baja…”
Isabel sabe que ha perdido no sólo tiempo sino también dinero. Medita en que mejor hubiera sido no haber denunciado la invasión que hicieron de su casa porque ha perdido más de lo que supuestamente ganaría: “Antes cuando comencé el juicio yo me deshice de mis cosas pensando en recuperar mi terreno, mi casita. Un abogado me pidió cuatrocientos, otro, tanto…, un montón de plata, yo por lo menos tengo perdido como para comprar otra casa”.
Concibe incluso la idea de que le quiten sus cosas o dejar impune alguna vez algún delito porque para ella, eso es mejor que denunciar e iniciar un juicio. Esto como consecuencia de cuánta desazón y desconfianza ha engendrado el Poder Judicial en tantos peruanos y peruanas. Una desazón y desconfianza en la administración de justicia que amenaza en convertir a este país en tierra de nadie, en donde reine la impunidad, si no se toman las medidas correctivas del caso de manera inmediata.
Cinco años en litigio, gastando plata., perdiendo el tiempo, acabándose la vida para nada y, ahora, sin ninguna explicación que pueda convencerla le han dicho que su caso se ha archivado, dejándola todavía más confundida y despojándola de la poca esperanza que aún tenía en una sentencia a su favor.
Puede reabrirlo, pero ni siquiera eso la anima, más aún se siente temerosa de acudir a la justicia: “ya tengo miedo seguir litigando mi casa porque en realidad...tengo mucho miedo”.
Fe y esperanzas robadas
Desconfía del Poder Judicial y del hecho de que en nuestro país se administra justicia. No sólo porque al igual que el resto de peruanos y peruanas hay toda una percepción generalizada que hablar de justicia en el Perú es hablar de algo en el vacío como lo confirma la opinión mayoritaria de la población para quienes no existe justicia en el país. (Ver 1); sino porque él lo ha vivido en carne propia. Ha sido víctima de la corrupción y de las injusticias en el mismo Poder Judicial: el juez que llevaba su caso recibió dinero y así lo confirma el testimonio de una señora que le dijo “yo puedo testificar porque el juez, vino aquí y yo le vi como le entregó plata”. Y también porque como nos dice Carlos(22) “a simple vista se nota, como uno que teniendo su tarjeta de propiedad a su nombre, documentos que le dan a conocer la propiedad del vehículo, que es de mi persona, es ilógico que otra persona sea la dueña y que no tenga ningún documento que le acredite”.
Ahora, habiendo vivido toda esta situación, experimenta impotencia, rabia y un conjunto de sentimientos encontrados que, pese al hecho de ser joven, lo han desengañado terriblemente de la administración de justicia en su patria al que el de niño idealizaba. Impotencia y rabia que en muchas ocasiones- como el mismo lo reconoce- lo llevaron a pretender, sólo pretender hacer justicia por sus propias manos al igual que Isabel y al igual que muchos otros más, quienes no encontraban justicia pero sentían una necesidad imperante de hacerla sentir a como de lugar.. Como Carlos nos confiesa sin ningún tipo de estupor ni ningún tipo de remordimiento lo que quería hacer con el juez que llevaba su caso, después de haberse enterado que su camioneta le sería entregada a su adversario: claramente quería matarlo.
Como lo reconoce, fue tanta su rabia porque “el juez no solamente se burló de mí, sino de otra gente. Si ante su entidad tiene juicios por abuso del poder”.
Esta situación que le ha tocado enfrentar por más de dos años ha cobrado un costo muy alto: le ha robado la esperanza, las ilusiones en una patria mejor. En una juventud en la que debería estar lleno de esperanza y de grandes ideas de cambio, éstas se han visto destruidas al ser víctima del nefasto sistema de justicia bajo el cual nos desarrollamos, convirtiéndolo en un joven tremendamente desengañado de la administración de justicia en el país y, mucho más en un proceso de reforma. Una opinión, lamentablemente, compartida por casi la mayoría de la población que se muestra incrédula ante un proceso de cambio (Ver tabla 2).
Totalmente convencido nos dice: “Solamente es nombre lo que sale que la justicia se esta reformando. Solamente es nombre y habladuría nada más…No, no creo que exista un proceso de reforma de la justicia. Pueden tomar medidas, sacar a las personas que son corruptas, que hacen daño a la gente pero eso esta para verse de acá a un tiempo, más adelante…”.
Con una firme convicción Carlos, al igual que Isabel, dice que nunca más iniciaría otro juicio porque “aparte que uno invierte dinero gasta su tiempo y si uno tiene la razón, bueno, los jueces te dicen lo contrario”.
Así para Carlos, denunciar significa simplemente “hacer trámites... que no van a dar resultado a nada”. Una opinión que un gran porcentaje de la población comparte, para quienes denunciar también significa otra cosa, menos la vía más indicada para resolver un conflicto y alcanzar justicia (Ver tabla 3). Lo que se convierte en un grave riesgo para la construcción democrática de una sociedad que puede ocasionar que afloren y se constituyan otras formas de “administrar justicia” poniendo en grave peligro el régimen democrático y el estado de derecho.

¿Simplemente un proceso de reforma?
Como varios especialistas lo han señalado, hablar de una reforma en la administración de justicia en el país significa hablar de una participación comprometida tanto de la Sociedad Civil como del Poder Ejecutivo. Se está de acuerdo en que una reforma judicial no es sólo competencia explícita del Poder Judicial sino de la sociedad civil y, de todo el sistema de justicia que implica: Ministerio Público, Academia Nacional de la Magistratura, Ministerio de Justicia, Consejo Nacional de la Magistratura, Ministerio de Justicia y el Tribunal Constitucional. Pero además se requiere como base fundamental el dotar al Sistema de Justicia de mayor presupuesto debido a que, “ninguna reforma judicial puede avanzar sin el compromiso económico del Estado”. Lo que significa que la reforma del Poder Judicial no es solamente un asunto de ética y de moral, sino también un asunto económico y político, en el sentido, que es necesario un mayor presupuesto que garantice una administración eficiente debido a que “agilizar los procesos judiciales tiene un costo” y, está precisamente allí la mayoría de las exigencias y reclamos de la población en un sistema de justicia que no ha sabido responder a las necesidades, demandas y exigencias de su población marginando a los más necesitados. Lo que ha traído como consecuencia que finalmente se haya desencadenado todo un malestar generalizado en buena parte de los ciudadanos que no cree en un proceso de reforma judicial.
Para este cambio entonces, se hacen necesario y hasta urgente crear condiciones para que el sistema de justicia cambie. Cambio que debe empezar con la concientización de toda la sociedad civil en cuanto a la importancia de su participación en la discusión y análisis, pero sobre todo, en la formulación de sus propuestas. Además, en la creación de mecanismos de comunicación eficaces y eficientes a través de los cuales se trasmita oportunamente a toda la población qué acciones de reforma se están llevando a cabo, cuáles son los programas de cambio y cuales son las medidas que ha tomado el Poder Judicial y todo el sistema de justicia en nuestro país. Acción que implica un compromiso por parte de los medios de comunicación en cuanto a su fiscalización y su disposición de dar cabida a espacios de reflexión y debate en los temas de justicia y de comunicación de las acciones favorables en cuanto a medias de reforma se refiera, para que no se tenga una percepción de que no se hace nada y todo sigue igual. Si no somos capaces de comunicar efectivamente los cambios y los pasos que hemos dado en un proceso de reforma estaríamos avanzando lentamente en un asunto que requiere la participación de todos y todas.
Pero, ¿cómo alcanzar la participación comprometida de la población si en su mayoría se siente desengañada de la administración de justicia, si no cree en sus jueces y fiscales y, lo que es peor, no confía en un proceso de reforma?, ¿cómo conseguir esta participación si hay un total desinterés por todo un desengaño generalizado que ha incubado el mismo Poder Judicial?
Sin lugar a dudas ahí está el mayor reto que debe enfrentar un verdadero y auténtico proceso de reforma de la justicia en el Perú. Proceso de reforma que debe ser capaz de restituir la confianza perdida a sus ciudadanos y ciudadanas liberándolos del escepticismo y devolviéndoles así la fe y esperanza en una administración de justicia auténtica y verdadera.

Ellos y ellas lo dicen

No hay justicia en el Perú porque:
El que tiene plata se beneficia.
Todos hacen lo que quieren.
La corrupción es mayoritaria.
Las personas inocentes están en la cárcel y los jueces se venden.
No se ve ningún caso de justicia.
Por las denuncias de corrupción que salen por los medios de comunicación.
Personas que están en la cárcel en van.
Favoritismo político
Se manipula a las autoridades.
La justicia es para el que tiene poder.
Hay distinción de clases sociales.
Los jueces y fiscales son corruptos
No se cumple realmente los reglamentos.
Todo es coima.
Vivimos la ley de la selva…el más fuerte vive.
Todo se mueve por conveniencia.
Hay bastantes funcionarios corruptos, tránsfugas.
Hay casos que no se resuelven bien…hay padrinos
La corrupción compra conciencias en el P.J

VICTIMAS DE INJUSTICIAS
Fui víctima de robo…no hicieron nada
Fui atropellada y nunca se hizo nada con el culpable.
Pedí acción de amparo y me negaron
Fui acusado por homonimia
Me golpearon a muerte y no pasó nada
Sufrimos un robo de 12 mil dólares…sabíamos quien lo había robado y el juez salió a su favor.
Fui acusado falsamente
Desapareció mi expediente