lunes, junio 20, 2005

LAS PANDILLAS Y SUS RESPUESTAS SOCIALES

Por: Rocío Yaneth Arteaga Muñoz

En los últimos tiempos se habla constantemente del incremento del número de pandillas en la mayoría de ciudades del mundo. En Chiclayo la realidad no es diferente. Actualmente estamos hablando de cerca de 37 pandillas que supone un incremento vertiginoso con respecto al reducido número (3) que alcanzaban en el año 2001.
Pero, ¿a qué se debe este incremento -al parecer- incontrolable de las pandillas?
A continuación un intento por explicarlas; pero sobre todo un intento por entenderlas y analizarlas como una contribución a la reflexión y discusión, que suponga una contribución a la elaboración de propuestas y alternativas de solución a esta problemática social que debe ser analizada y reflexionada de manera más constante.

Respuestas juveniles
Las pandillas son grupos de jóvenes que se encuentran entre los 15 a 25 años de edad (el rango de edad varía de acuerdo a cada pandilla). Esta conformada por jóvenes que en algunos casos han terminado su educación secundaria, otros que han iniciado algún tipo de educación superior, u otros que no han terminado ni siquiera el nivel primario. Se trata de jóvenes que viven en zonas llamadas marginales (en donde satisfacen a duras penas las necesidades básicas de alimentación y vestimenta) y que tienen que sortear cotidianamente el hecho de convivir bajo una situación que los condena socialmente, al no ofrecerles las condiciones mínimas de desarrollo.
El incremento del número de pandillas tanto en nuestra ciudad como en el resto del mundo simboliza y comunica que cada vez son más, los jóvenes que encuentran en este tipo de agrupaciones maneras de responder con violencia algo que les es dado con violencia como la falta de oportunidades de trabajo, la falta de reconocimiento social, etc. Lo que supone una suerte de respuestas juveniles hacia una sociedad adultizada que no los considera en toda su dimensión como parte de la sociedad, puesto que no les ofrece mayores oportunidades de capacitación, educación y empleo.

Visiones esteriotipadas
Hay un común denominador en la forma cómo son vistos los jóvenes pandilleros por parte de la sociedad. Se trata de una visión muy cerrada y esteriotipada que deja de lado consideraciones como el hecho de que estamos hablando de jóvenes que se unen no solamente con el objetivo de delinquir o de robar; sino son jóvenes que buscan y hallan en estas agrupaciones espacios de identificación y de pertenencia que no lo encuentran ni en sus familias ni en la propia sociedad de la que teóricamente son parte.
Cada pandilla tiene una forma de comunicación (generalmente a través del graffiti), reglas de convivencia y pautas de comportamiento bajo las cuales se desarrollan sus integrantes.
Si analizamos detalladamente los contenidos que circulan a través de los medios de comunicación estaremos de acuerdo en el hecho de que no nos ofrecen una visión amplia del mundo de las pandillas; sino que más bien la información que se publica se circunscribe a miradas esteriotipadas y sensacionalistas; puesto que los jóvenes pandilleros son solamente utilizados como meros instrumentos de protagonismo de las secciones policiales al ser representados como seres que se unen con el fin exclusivo de delinquir, asesinar y perturbar el orden social.
Los medios de comunicación no brindan un análisis o una consideración del joven pandillero como un ser humano integral, con el desarrollo de una vida diaria, con reacciones propias a una realidad; sino más bien existe esa mirada muy externa, muy enajenada que lleva muchas veces a generalizar la imagen de violencia de estos grupos juveniles ante la sociedad. Existe pues, una imagen de juventud y violencia estrechamente ligada y difundida a través de los medios.

Analizando sus causas
Una de las causas que originan las pandillas (aunque no es determinante) es que la mayoría de estos jóvenes proviene de familias desintegradas y con altos índices de violencia. De allí su afiliación a este tipo de agrupaciones con la finalidad de encontrar compañerismo, seguridad y reconocimiento social. Sus agrupaciones son una forma de convivencia ante una realidad que los condena a escenarios generalmente llenos de carencias y de pugnas por sobrevivir y que los empuja a legitimar formas de sobrevivencia poco comprendidos y altamente condenados por la sociedad como los asaltos, robos, etc.
Otro factor importante son las faltas de oportunidades de trabajo. No existen espacios a través de los cuales los jóvenes pueden canalizar sus energías y puedan hacer uso de su tiempo libre de manera productiva.
Además ( y quizás sea la principal causa) existe una visión muy superficial y poco clara por parte del Estado respecto al fenómeno de las pandillas. El Estado no entiende realmente el asunto, por lo que pone en marcha- erróneamente-acciones de represión que buscan como alternativa de solución la desaparición de estas agrupaciones, en lugar de orientar políticas públicas a favor de éstos.
La represión a través de la acción de la Policía, de las Juntas Vecinales no va a contribuir a que el problema de las pandillas se solucione de manera definitiva. Hay todo un tema de fondo referido a políticas de juventudes. Tema de fondo que lo entienden bien algunas Juntas vecinales gracias al trabajo cotidiano que realizan. Elisa Montenegro, presidenta de la Junta Vecinal del Pueblo Joven Luis Heysen, nos explica claramente: “Esos jóvenes ya no pueden robar; entonces ¿qué van hacer?... porque tampoco saben trabajar… porque no se trata solamente de castigarlo y no dejarlo robar… ¿pero esa gente de qué vive?, porque tampoco tiene un trabajo…no tienen nada…”
No se trata pues, de una cuestión solamente de Vigilancia ciudadana, de labor de la Policía, de orden social como nos explica Elisa; sino se trata también de la formulación y elaboración de políticas públicas orientadas a los jóvenes que les garantice y los reconozca como parte de la sociedad, y que genere mayores fuentes de trabajo y posibilidades de capacitación, educación e inserción en el mercado laboral.