miércoles, octubre 04, 2006

NIÑOS DE LA CALLE EN CHICLAYO


Por: ROSA EDITH TANTALEAN VILLALOBOS
“Quien menos culpa tiene es quien más paga”
Es increíble creer que viviendo en una época a la que denominamos moderna, donde se habla del progreso de las sociedades, su avance tecnológico y del crecimiento económico, exista todavía en ella un espacio para quienes día a día luchan por sobrevivir, buscando en cada momento una razón para vivir y que, sin encontrarla siguen viviendo, quizás porque no les queda de otra alternativa, o porque guardan la esperanza de encontrar un mañana mejor.
Estos son los niños de la calle, los de sin rostro, una niñez olvidada tanto física como moralmente, que viene sufriendo de una y mil formas la explotación infantil.
Explotación infantil, es denominación utilizada para referirse a la explotación de niños por el entorno que le rodea, desde que es enviado a trabajar, y más aún el tener que dejar la escuela. La explotación infantil es al mismo tiempo consecuencia y causa de la pobreza , aunando todas las miserias. Es evidente que existe una relación entre el trabajo infantil y la pobreza, puesto que los niños que trabajan son casi exclusivamente pobres.
Resulta un poco imposible que en pleno siglo XXI, persista la pobreza y más aún se hable de una extrema pobreza, y a la que casi nadie hace algo para superarla, o que hasta ahora los que han intentado no lo hayan logrado, y que por el contrario se ha convertido en una situación que muchos no ven o que nadie quiere ver, pero que sigue presente, y creciendo desmedidamente, cada día es mayor el número de niños explotados, de niños que viven y trabajan en la calle que pasan la mayor parte de sus vidas en las calles mendigando, vendiendo baratijas, lustrando zapatos o lavando autos para complementar los ingresos de sus familias; y como si fuera poco también encontramos menores que se educan en el entorno callejero, duermen en la parada de un autobús, en la banca de un parque o en la puerta de una iglesia, han hecho de la calle su vivienda, no conocen otra.
La explotación infantil es un problema de trascendental importancia para nuestro país como para el resto de los países del mundo. La explotación infantil, esta presente tanto en los países desarrollados como subdesarrollados o en vías de desarrollo, pues en ambos tipos de países encontramos miles de casos de niños explotados.
La sociedad chiclayana no es la excepción de ello, pues cada uno de nosotros somos testigos a cada paso que damos, cuando nos encontramos a niños que sin tener en cuenta su edad, y sobre todo sin preocuparles a los peligros que están expuestos, tienen que ganarse la vida en la calle.
En que trabajan éstos niños.
La mayoría de los niños que trabajan a tiempo completo lo hacen en el sector comercial, pero hay niños trabajando en multitud de sectores: servicio doméstico, pesca. Sirvientes de las familias ricas, no los ve nadie pero son muchos los pequeños sirvientes de más de seis años, a menudo reciben como pago sólo la comida -escasa y diferente a la de los amos- y se los maltrata.
Es más común para todos nosotros encontrarnos a niños por la calle vendiendo golosinas, a cualquier hora del día, incluso hasta finalizar la noche, ellos no tienen un horario, pues tienen que lograr obtener una determinada cantidad de dinero para poder regresar a sus casas.
“Carlitos es un niño de 8 años, que pese a su corta edad, ya a tenido que salir a trabajar a la calle y dejar el colegio, pues dice que tiene que ayudar a su mamá a solventar los gastos de la comida para sus seis hermanos; su madre junto a sus hermanos también trabajan en lo mismo, y el trabajo de su padre es tener hijos y dejarlos abandonados a su suerte, nunca se ocupa de ellos, y hasta a algunos no los debe conocer. Carlitos tiene que salir todos los días de su casa con su balay; de caramelos, golosinas, cigarros, etc. a vender a la calle hasta altas horas de la noche, soportando el frío, y los peligros a los que se expone, pues en algunos días sobre todo los fines de semana se encuentra con chicos vagos que le piden dinero y él tiene que darles para que no le peguen. A pesar que no es su obligación él sabe que tiene que regresar a su casa con 8 o 10 soles, porque si no lo hace, no tiene para comer el día siguiente ni él ni sus hermanos.”
Así como Carlitos existen miles de niños que tiene que salir a trabajar a muy corta edad y tener que dejar el colegio, ya que si asistieran al colegio perderían más tiempo para lograr obtener el dinero con el que deben regresar a sus casas.
Pero esta no es la única manera de explotación de la que vienen siendo victimas los niños; yo como estudiante de la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo” y por no tener domicilio propio en esta zona, tengo acceso al comedor universitario, y allí desde que ingresé (2005), he sido testigo de observar a niños que todos los días y durante las horas del desayuno, almuerzo y cena, se colocan en la puerta para pedir a los alumnos la comida que ya no desean, ya que en sus casas no tienen para comer. Nos piden lo que sea, lo que ya no querremos y aunque sea un poquito, nos dicen. En algunas veces hasta nos arranchan la fruta, o entre ellos se pelean para que alguien de nosotros, los alumnos, les demos algo, es que se nos hace difícil decidir a quien darle y a quien no, al más grande o al más pequeño; por que no es ni uno ni dos niños, sino son muchos. Realmente esto es una realidad que debemos reflexionar y la que debemos cambiar, por el bien de estos niños y de toda la sociedad.
La mayoría de estos niños provienen de grupos familiares y de comunidades populares que en su entorno familiar no logran proporcionarles los satisfactores básicos y que como resultado de una pobreza histórica, no cuentan con herramientas fundamentales para la crianza y educación; por ello son comunes las historias de maltrato físico y psicológico, de desintegración y abandono, cada día son más los casos de niños que en vez de encontrar protección y seguridad en sus hogares , lo que encuentran es violencia.
Para cambiar esta realidad, deben tomar conciencia de este problema tanto las autoridades como cada uno de nosotros que a menudo en la combi, en la puerta de la iglesia o en la plaza, o como nosotros los universitarios que en la puerta del comedor; nos encontramos con estos niños. Las autoridades deben crear un programa que beneficie a estos niños, donde la alimentación y la educación sean completamente gratuitas, y de este modo los niños no se sientan obligados a tener que aportar para el sustento diario en sus casas. La sociedad debe ser conciente de que los niños necesitan protección y seguridad, pero sobre todos los padres deben ser concientes, ellos que no conocen la responsabilidad de lo que implica traer un hijo al mundo, además “porque son ellos, los padres, los que deciden engendrarlos; los hijos no se los piden”.
Si bien sabemos en la Declaración de los Derechos del Niño se establece que:
Ø "La humanidad debe al niño lo mejor que puede darle...
Ø “El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad...
Ø “El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación".